La antigua “Cofradía de Nuestra Señora de los Dolores”, constituida en 1737 en la iglesia de San Pedro

01. Antecedentes

La hoy día denominada «Pontificia, Real, Ilustre y Venerable Archicofradía Sacramental de Culto y Procesión del Santísimo Cristo de la Expiración y María Santísima de los Dolores Coronada» tiene su origen en la antigua «Cofradía de Nuestra Señora de los Dolores», constituida en 1737 en la Iglesia de San Pedro del popular barrio del Perchel.

Esta corporación aprobó sus primeras Constituciones en 1750, convirtiéndose la fiesta del Viernes de Dolores en el culto principal dedicado a la sagrada imagen. Dentro de las obligaciones estatutarias se encontraba la atención espiritual al hermano o miembro fallecido de la Cofradía. El Santo Padre Benedicto XIV concedió en 1753 dos privilegios papales: un jubileo perpetuo y un privilegio al altar de la Titular mariana, construyéndose junto a él una cripta para inhumar a los asociados fallecidos. En 1789 hubo de presentar sus Constituciones para poder continuar actuando como Hermandad. En 1795 el mayordomo Pedro de Torres, de 42 años, declaró haberse recaudado en el quinquenio 1789-1794 la cantidad de 3.300 reales por posesiones y 16.689 por limosnas, ascendiendo a un total de 19.989 reales. Durante la epidemia de fiebre amarilla de 1803 y 1804 la Cofradía debió quedar casi al borde de la desaparición dada las numerosas bajas que se producirían de sus cofrades a causa del foco transmisor, declarado en una casa de la plaza de San Pedro. Por contra, la desamortización no le afectó al encontrarse en un templo que se hallaba bajo la jurisdicción diocesana. A partir de la segunda mitad del Ochocientos se registra una intensa actividad de cultos, con la celebración de un septenario en honor de la Dolorosa. En el último tercio del siglo se pierde todo rastro de la Cofradía en el ámbito asociacionista.

La parroquia de San Pedro no fue cerrada al culto en 1883, presentando datos de los primeros veinte años del siglo XX que avalan semejante afirmación. En estas líneas, en cambio, vamos a aportar algunos del período comprendido entre 1875 y 1899. Según la versión de algunos autores, el obispo Manuel Gómez-Salazar y Lucio-Villegas (1879-1886) decretó el cierre de la parroquia de San Pedro por el pésimo estado de conservación y trasladó el culto y el archivo a la vecina parroquia de Nuestra Señora del Carmen. Esta versión no se sostiene a tenor de lo que, seguidamente, voy a exponer.

Hermandad de la Nuestra Señora de los Dolores

Conviene arrancar esta exposición recordando que la Hermandad de Nuestra Señora de los Dolores fue fundada en 1737 y mantuvo durante todo el siglo XVIII una intensa actividad cultual en honor de la titular mariana y funeraria, cumpliendo con las obligaciones establecidas de cara a los enterramientos de los hermanos. Las primeras Constituciones están fechadas en 1750 y, en 1753, recibió dos concesiones papales otorgadas por Benedicto XIV, concretamente un jubileo perpetuo y un privilegio para el altar de la Virgen de los Dolores. La falta de fuentes escritas impide que se conozca la marcha de la hermandad en la primera mitad del siglo XIX pero no a partir de 1854, cuando se tiene constancia por la prensa local de la época de la realización del septenario en honor de la Dolorosa, celebración que se extendió hasta 1874 y en la que participaron reputados oradores. A partir de esa fecha, hay un silencio documental absoluto sobre la Virgen de los Dolores por lo que, con total seguridad, se da por inactiva la asociación de fieles que había mantenido su culto desde el año 1737.

Desde entonces la parroquia dejó de registrar en la Semana de Pasión -compruébese los diarios El Avisador Malagueño y La Unión Mercantil- la actividad cultual que, antiguamente, tenía lugar con la celebración del septenario en honor de la citada titular mariana. Ahora el culto se limitaba a las misas ordinarias, al Jubileo de las XL Horas, al cumplimiento de la Obra Pía del obispo Lorenzo Armengual de la Mota y a las funciones religiosas en honor de San Pedro y San Pablo. Precisamente en la fiesta del año 1881 -en la víspera- hubo “iluminaciones y música en las calles próximas a la iglesia de S. Pedro, reinando mucha animación”. Pese a esa denominación, San Pedro seguía manteniendo el rango de parroquia, otorgado en 1833 por las autoridades eclesiásticas cuando dejó de ser iglesia auxiliar de la parroquia de San Juan -que para eso fue construida en el siglo XVII-, con objeto de atender a la población residente en esta parte del arrabal de la ciudad que no era atendida espiritualmente de la manera adecuada.

De parroquia a iglesia

Sin embargo, en el periódico El Avisador Malagueño de 28 de junio de 1885, en la sección religiosa, se habla de “Parroquia de S. Pedro y Ntra. Sra. del Carmen”. Esta fusión de denominaciones beneficiaba, sin duda, a la segunda en detrimento de la primera que perdía el status de parroquia, pasando a ser iglesia. Esta decisión podría haber sido tomada por el obispo Manuel Gómez-Salazar inspirándose en la nutrida asistencia de fieles a las funciones religiosas, los ingresos que se obtenían por limosnas, el referente devocional de la Virgen del Carmen y la amplitud y el buen estado del inmueble.

Para la Cuaresma de 1887 el periódico La Unión Mercantil facilitaba una información referida a la procesión de Nuestro Padre Jesús de la Misericordia, anunciando que la imagen se venera en la “Iglesia parroquial de Ntra. Señora del Carmen”, desapareciendo en esta ocasión “San Pedro”. Este mismo diario publicitaba el 29 de junio de ese año que en la “Iglesia de San Pedro” se celebraría el Jubileo por don Pedro Fernández de la Herrán, como venía sucediendo desde hacía años.

La información recogida por El Avisador Malagueño el 12 de abril de 1889 es muy importante, pues hay una clara diferenciación. Por un lado, se mencionaba a la “Parroquia de San Pedro y Ntra Sra. del Cármen” y por otro, se referenciaba a la “Iglesia de San Pedro”, de calle Pavía. Desde 1890 hasta 1899 el término empleado por los medios escritos fue el de iglesia.En los primeros años del siglo XX -concretamente en 1900-se constituyó en la propia iglesia de San Pedro una cofradía bajo la denominación de Nuestra Señora de la Soledad que, probablemente, procesionara a su titular mariana durante los años 1900, 1901 y 1902, a tenor de las noticias publicadas en la prensa local y recogidas en las actas capitulares del Ayuntamiento. ¿Podría ser que sus miembros recuperaran a la antigua imagen de los Dolores para el culto bajo otro nombre? Desgraciadamente no se puede afirmar, pero tampoco desmentir esta hipótesis. Ahí queda, pues, el asunto hasta la aparición de nueva documentación que desvele tal interrogante.

Revitalización

De 1902 se da un salto en el tiempo hasta los años veinte, cuando la Semana Santa entraba en una etapa de auge sin precedentes en la historia procesional malacitana. Justamente en este período cronológico surgió en el pequeño recinto sagrado de San Pedro una nueva iniciativa cofrade, que arrancó el Jueves Santo, 1 de abril de 1920. Un puñado de entusiastas procesionistas -se desconocen sus identidades- se dirigió al cura José González Laza, solicitándole la autorización para que les permitiera la reorganización de la Hermandad de Nuestra Señora de los Dolores, que se encontraba sin un grupo de fieles formalmente constituido desde 1874, y la incorporación a la misma de la imagen de un Crucificado, bajo la advocación de la Expiración, que se hallaba igualmente en el templo sin una cofradía que se ocupase de venerarlo. No obstante, la primera junta de gobierno oficial se celebró el 2 de mayo, es decir, un mes después. Durante esos treinta días los impulsores -entre los que debió destacar Manuel Mesa Vílchez, quien fuera nombrado primer hermano mayor-, se emplearon a fondo a la hora de diseñar y preparar una sólida estructura organizativa, abordándose asuntos tales como la conformación de la directiva, la aprobación de los Estatutos, la restauración de la imagen del Crucificado, la salida procesional para 1921, la obtención de recursos económicos, entre otros.

Extracto del texto publicado por N.H.D. Andrés Camino Romero en el Boletín de Cuaresma de 2020 con motivo del Centenario de la Archicofradía

02. Fundación

El 1 de abril de 1920, Jueves Santo, se produjo la fundación de la, por entonces, titulada: «Hermandad de Nuestro Padre Jesús de la Expiración y Nuestra Señora de los Dolores» en la Iglesia de San Pedro. Un grupo de cofrades se dirigió al cura-párroco José González Laza a fin de que le permitiera dar culto a las imágenes advocadas de «Nuestro Padre Jesús de la Expiración» y «Nuestra Señora de los Dolores», existentes en altares del recinto y carentes de hermandades. Los principales objetivos eran la celebración de funciones religiosas y la atención espiritual a los hermanos.

El 2 de mayo tiene lugar la primera reunión con carácter oficial. Se dieron cita sesenta y tres personas en los salones parroquiales deseosos de impulsar la Cofradía de la Expiración. Se eligió una junta de gobierno y de ella resultó designado hermano mayor Manuel Mesa Vílchez. Otros acuerdos adoptados consistieron en la aprobación de los Estatutos y que la imagen del Señor fuese restaurada por el artista y directivo Manuel Oliver Rosado. Antes de darse por finalizada, el hermano mayor tomó la palabra para comprometerse «a realizar cuantos trabajos sean necesarios, a fin de conseguir sacar procesionalmente en la próxima Semana Santa a sus sagrados Titulares».

En una «Guía de Málaga» editada en 1921 se facilitaba una detallada y pormenorizada información del orden procesional previsto por la Hermandad de la Expiración para su desfile. Tras la salida en la noche del Miércoles Santo 23 de marzo de 1921, la situación en el seno de la junta de gobierno se convirtió en insostenible por diferencias entre directivos. Con la dimisión de Mesa Vílchez ocuparía su puesto José Peña Munsuri, quien desempeñaría al mismo tiempo el cargo de hermano mayor de la Cofradía de Nuestra Señora de la Soledad de San Pablo. Este comerciante ostentaría dicha responsabilidad desde el 10 de abril de 1921 hasta el 31 de enero de 1922. Nuevamente asumiría el puesto de hermano mayor Manuel Mesa Vílchez para ser sustituido por Juan Freixas, quien estaría cuatro meses y medio al frente de la Hermandad. Manuel Seco Contreras se convertiría en el cuarto hermano mayor, cuyo mandato comprendería del 20 de noviembre de 1922 al 29 de julio de 1923, no pudiendo hacer frente a un asunto que coleaba, que era el pago pendiente a José Peña Munsuri por los enseres que estaban en posesión de la Hermandad, pero que habían sido costeados por el comerciante de origen vizcaíno.

03. Décadas de los 20 y los 30

La Expiración en sus primeros años. De los felices años 20 a los convulsos años 30

 

Cuando el 2 de mayo de 1920, los setenta y tres hermanos de la incipiente Cofradía de la Expiración, se reunieron en la sacristía de la Parroquia de San Pedro Apóstol para refundarla, nunca imaginaron la trascendencia que tuvo ese hecho, para la historia de la Semana Santa de Málaga.

Será el 27 de julio de 1923, cuando Don Enrique Navarro Torres, tomó el cargo de hermano mayor de la cofradía, tras un periodo convulso con dimisiones y dificultades económicas para la corporación, con motivo de las deudas acumuladas con José Peña Munsuri, antiguo hermano mayor, que ostentó el cargo desde el 10 de abril de 1921 hasta el 31 de enero de 1922. La Expiración que se encontró Enrique Navarro en sus inicios como hermano mayor, apenas contaba con una cuarentena de hermanos, estando las cuentas de la cofradía en números rojos. Con un empeño desmedido, se consiguió revertir dicha situación, saldando las deudas y realizando unos nuevos estatutos.

Será con el nombramiento como camarera honoraria de la Santísima Virgen de los Dolores, de Doña María de Cubas y Erice, marquesa Viuda de Aldama en 1924, cuando la Expiración toma un impulso económico, durante estos primeros años de existencia como hermandad penitencial, siendo ella, una de las grandes comitentes de la Expiración, regalando en ese año un manto de terciopelo negro bordado en plata y en años sucesivos regalaría diversos enseres, insignias y joyas, para engrandecer el patrimonio cofrade.

En diciembre de 1926, el Rey Alfonso XIII acepta el cargo de Hermano Mayor Honorario y por ello le es concedido el título de Real, a la Cofradía de la Expiración.El año 1927, es cuando la corporación perchelera, cambia su concepto de procesión, al incluir el palio en el trono de la Señora de los Dolores, siendo a partir de aquí, años de bonanza económica y de incremento patrimonial y de hermanos.

En 1928, las principales novedades fueron las nuevas túnicas de los cargos, que eran de tisú de oro en el Cristo y de plata en la Virgen, con capas de terciopelo morado y negro, así como la hechura de una imagen de María Magdalena para acompañar al Santísimo Cristo de la Expiración y unas nuevas manos abiertas para la Virgen de los Dolores, realizadas por Manuel Oliver, que vendrían a sustituir a la primitivas del S.XVIII, que estaban unidas en ademan de oración y que actualmente conservamos en nuestro tesoro.

1930, supone un año de cambios con la sustitución del primitivo Cristo de la Expiración, adscrito al círculo de Alonso de Mena, por un crucificado de calidad cuestionable, siendo ejecutado en el taller de Font e Hijo, de Madrid. Ese año se estrenó el nuevo estandarte del Cristo, de Elías Salaverría Inchaurrandieta, que venía a complementar al realizado el año anterior, con bordados de las Madres Adoratrices del Convento de San Carlos de Málaga

Quién podría creer, que días antes del 11 y 12 de mayo de 1931, la Plazuela de San Pedro, era un fervorín al ver el encierro de nuestros Sagrados Titulares y esas fechas del mes de mayo, marcadas en negro en la historia de España, supusieron un duro golpe en nuestra hermandad, por la pérdida de numerosos enseres en el asalto y destrucción de la Parroquia de San Pedro, con motivo de la llamada “Quema de Conventos”. Milagrosamente la testa de la Santísima Virgen de los Dolores, pudo ser salvada de la furia iconoclasta, y escondida en el domicilio de Rogelio López. La imagen del Cristo fue destrozada, pudiéndose recuperar la cabeza que se conserva en nuestras dependencias. El imaginero Francisco Palma García, tuvo la dicha de restaurar, la imagen de la Virgen, meses después de estos terribles sucesos

Entre 1932 y 1934, la imagen de María Santísima de los Dolores, fue puesta al culto en la Santa Iglesia Catedral Basílica de Nuestra Señora de la Encarnación, con el permiso del Cabildo Catedralicio, motivado este hecho por la ruina de la Parroquia de San Pedro, tras los destrozos del mes de mayo de 1931. En 1935 la Virgen de los Dolores es trasladada a la iglesia del Sagrado Corazón de Jesús, procesionando en la mañana del Viernes Santo, desde el templo jesuita, junto a la imagen de un crucificado de autoría anónima del S.XX, donado por la gran benefactora de nuestra cofradía, Doña María de Cubas y Erice, marquesa Viuda de Aldama.

La persecución religiosa volvió a aflorar en 1936, días antes de la contienda civil que enfrentó a los españoles. Motivado por estos sucesos, la imagen de la Santísima Virgen, es puesta a salvo en la casa de Don Antonio Dobladez, miembro de la Junta de Gobierno, sita en la Plaza de las Biedmas. No corrió la misma suerte, la imagen del Santísimo Cristo de la Expiración, donada por Doña María de Cubas y Erice un año antes, siendo destruida en casi su totalidad, conservando nuestra corporación un trozo de brazo.

Enrique Navarro junto a otros directivos, deciden reactivar la vida de la cofradía en 1937, tras ser tomada la ciudad de Málaga por las tropas nacionales. Una de las primeras acciones de la Junta de Gobierno es trasladar la imagen de la Virgen los Dolores, desde la Parroquia de los Santos Mártires, donde se le estaba dando culto, hasta la Parroquia de Nuestra Señora del Carmen, ya que San Pedro se encontraba en un estado deplorable y no acto para dar culto. Este traslado de nuestra titular mariana, se llevó a cabo el 20 de marzo de 1938.

El 3 de mayo de 1938, es una flecha clave para entender la historia de la Expiración, ya que la Junta de Gobierno nombra hermano mayor honorario a la Guardia Civil, siendo Don Carlos Álvarez de Pablo, un personaje fundamental para entender esta unión entre el Benemérito Instituto y nuestra hermandad.

El proceso de reconstrucción de la cofradía seguía, en estos últimos años de la ominosa década de los 30, con la realización de nuevos enseres, restauración de aquellos dañados durante esos años convulsos y con el encargo de un crucificado de garantías que viniera a suplir uno realizado por el escultor mallorquín, Miguel Ferrer Tous en 1938, que no era del agrado de la Junta de Gobierno comandada por Enrique Navarro. Tras la Semana Santa de 1939, Navarro junto a otros directivos, fueron a Madrid para entablar conversaciones con escultores/imagineros de primera fila, como el almeriense

Juan Cristóbal, José Capuz, Ortells o Mariano Benlliure. Finalmente se decantaron por el escultor valenciano Mariano Benlliure, figura clave para entender la estatuaria de finales del S.XIX y principios del S.XX y que sería cabeza de lanza para entender la imaginería de posguerra.

La Semana Santa de 1939, fue la de vuelta a procesionar por las calles de Málaga, con la bendita imagen de la Virgen de los Dolores desde la Parroquia de Nuestra Señora del Carmen, con su antiguo palio restaurado por las monjas del Servicio Doméstico. La imagen de la Dolorosa de San Pedro, lució una impronta muy sencilla, con sus manos orantes originales y ornada con una diadema de plata.

Extracto del texto publicado por N.H.D. Francisco Marmolejo en el Boletín de Cuaresma de 2020 con motivo del Centenario de la Archicofradía

04. Enrique Navarro

Cuando Enrique Navarro accedió el 27 de julio de 1923 al cargo de hermano mayor la Cofradía atravesaba un período de tremenda dificultad económica. Se contaba con cuarenta y tres hermanos, los ingresos ascendían a unas sesenta y seis pesetas y había una enorme división entre los hermanos. Este panorama cambiaría, para bien, conforme fue avanzando el tiempo. Así, una de las primeras actuaciones emprendidas por el nuevo hermano mayor consistió en presentar los Estatutos reformados en el Gobernador Civil. Otro de los objetivos fue saldar la deuda pendiente con Peña Munsuri. En este sentido, Navarro aclaraba que: «Cuando yo me hice cargo de la Hermandad había contraído una deuda bastante considerable con el señor Peña, pues de su bolsillo particular lo costeó todo. Pues bien en el año después quedó saldada».

La Cofradía realizó en 1924, por cuarto año consecutivo, la estación penitencial por las calles de la ciudad y en ese mismo año tenía lugar el nombramiento de camarera honoraria de María de Cubas y Erice, marquesa Viuda de Aldama. Con esta designación se llegaría a experimentar un alivio económico, pues esta señora se convertiría en una gran benefactora de la entidad perchelera.

En 1927, cuatro años después de la toma de posesión, los resultados de la gestión de Enrique Navarro empezaban a hacerse notar. Había conseguido que la Hermandad pasara de 43 a 600 hermanos y los ingresos de 66 a 600 ó 700 pesetas. En la salida procesional de 1928 las principales novedades recayeron en la escultura de María Magdalena que acompañaría al Santo Cristo de la Expiración y un juego de manos abiertas para la Virgen de los Dolores.

Uno de los estrenos más sobresalientes en la procesión de 1929 sería, sin duda alguna, el estandarte de la Virgen, realizado por las Madres Adoratrices y con un óleo de Elías Salaverría Inchaurrandieta.

El estreno más notorio de 1930, aunque incomprensible desde un punto de vista artístico, fue la sustitución del Cristo, atribuido al escultor Alonso de Mena, por otro realizado en el taller de Font e Hijo, de Madrid, de muy inferior calidad. También en este año hubo otra novedad, la incorporación del estandarte del Cristo, cuyo autor había sido el mismo de la Virgen.

En la madrugada del 11 al 12 de mayo de 1931 se iniciaba la furia iconoclasta del asalto vandálico a las iglesias y conventos de Málaga. Desgraciadamente, la Cofradía de la Expiración no fue una excepción. También padeció irreparables pérdidas, aunque por fortuna pudieron salvarse los bustos de la Dolorosa y del Crucificado, los estandartes de Salaverría, etc. Una vez apaciguada la situación callejera, el escultor Francisco Palma García restauró a la imagen de la Virgen de los daños causados en el saqueo de San Pedro.

Al quedar inservible la iglesia de San Pedro para el culto, la Cofradía solicitó en 1932 el permiso para venerar a la Titular en el interior de la Santa Iglesia Catedral. La Dolorosa permanecería en este enclave hasta 1934. El periódico «El Popular» informaba en 1935 que la Virgen de los Dolores había sido trasladada a la iglesia del Sagrado Corazón de Jesús. Tras cuatro años sin procesiones de Semana Santa, en 1935 se restituyeron las mismas. Desde esta iglesia la Cofradía de la Expiración realizó el desfile procesional en la jornada del Viernes Santo. Como novedad, en la sección del Señor figuraba una imagen, anónima del siglo XX, que había sido regalo de la Marquesa Viuda de Aldama.

Los lugares sacros sufrieron nuevos atentados días antes del comienzo de la Guerra Civil, pero antes de que esto acaeciera se decidió desalojar la Virgen de los Dolores del templo y trasladarla a la casa del directivo Antonio Dobladez, quien la escondió en su domicilio de la Plaza de la Biedmas. La talla del Cristo, la tercera que se poseía, permaneció en su altar y corrió peor suerte al ser destruida en un nuevo embate iconoclasta.

A partir de 1937 la Cofradía de la Expiración quedaba reorganizada, decidiendo sus directivos ubicar a la Dolorosa en la parroquia de los Mártires. Aun así, en una reunión celebrada en la calle Nueva n.º 18 se decidió trasladar a la Santísima Virgen de los Dolores a la parroquia de Nuestra Señora del Carmen, una sede cercana a la de San Pedro que, por entonces, aún se hallaba cerrada a consecuencia del estado en que había quedado en las aciagas jornadas del 11 y 12 de mayo de 1931. El traslado se llevó cabo el Domingo de Ramos 20 de marzo de 1938.

Mientras se seguían las tareas de reconstitución interna de la Cofradía, se acordaba el nombramiento del Instituto de la Guardia Civil como hermano mayor honorario. Así, la petición de los directivos de la Expiración era bien recibida a tenor del escrito de contestación del 3 de mayo de 1938

Al año siguiente se adoptaba un importante acuerdo, el encargo de un nuevo Titular que reemplazaba a una talla mediocre del mallorquín Miguel Ferrer Tous que no había convencido a los directivos. La junta de gobierno tomó partido por el valenciano Mariano Benlliure, encargándole en 1939 una nueva imagen, la quinta desde que se constituyera la Cofradía en 1920.

Otro hecho significativo se produjo en 1939 con la salida procesional de la Virgen de los Dolores. El periódico «El Ideal» anunciaba que la intención de la Hermandad era terminar la parte del palio que había sido destruida. Las religiosas del Servicio Doméstico la completaron, obteniendo un gran resultado. Esta primera salida quedó grabada en la mente de muchos hermanos de la Cofradía, al ver cómo la Virgen aparecía engalanada con gran sencillez y elegancia, coronada con una diadema. La imagen llevaba las primitivas manos, las entrelazadas, que por fortuna habían sido salvadas en el asalto a la iglesia de San Pedro en 1931. Desde 1939 y hasta 1942 las luciría, siendo después reemplazadas por unas separadas labradas por Pedro Moreira López.

La imagen del nuevo Titular fue bendecida y procesionada en 1940 y, en 1943, se estrenaba el nuevo trono para el Cristo de la Expiración, obra maestra de los Talleres de Arte del P. Félix Granda, de Madrid.

Todas las mejoras procesionales elevaban el prestigio de la Cofradía, pero directivos y hermanos echaban de menos contar con una sede propia. Esta situación cambiaría en 1945, con la reconciliación y apertura al culto de la iglesia de San Pedro. La siguiente consecución fue la bendición de las capillas en 1946, en las que recibirían culto las imágenes.

En 1946 precisamente la Cofradía encargaba al orfebre hispalense Manuel Seco Velasco un nuevo trono de procesión para María Santísima de los Dolores. Junto al trono se incluían, además, doce barras de palio, cuatro candeleros, una peana, una veintena de jarras, la mesa de trono, seis varales, entre otros elementos. Después de cuatro años de intensos trabajos, la obra se dio por concluida. La Semana Santa de 1950 iba a ser la del estreno. En 1951 se encargaban el bordado de un palio y manto al taller de Esperanza y Manuel Elena Caro de Sevilla. Por este tiempo, el Teniente General Camilo Alonso Vega participaba activamente con la corporación de San Pedro, aportando grandes sumas pecuniarias que ayudarían, sin lugar a dudas, para hacer frente a los pagos de tales prendas. Por fin, el palio sería estrenado en 1954 y el manto un año más tarde.

En la década de los sesenta también se acometieron importantes empresas, que resultaron decisivas para el devenir de la propia Cofradía. Cuando todo el capítulo patrimonial parecía haberse cubierto, Enrique Navarro donaba en 1960 una corona a la Virgen de los Dolores, realizada por el sevillano Manuel Seco Velasco.

El 8 de enero de 1964 daban comienzo las obras de la construcción de Casa-hogar, Museo y Patronato, según proyecto del arquitecto diocesano Enrique Atencia Molina, y se inauguraba en 1968.

La última junta directiva en la que figuró Enrique Navarro fue la formada para el ejercicio 1980-1981, falleciendo en este último año.

05. Desde 1940 hasta 1981

La reafirmación de la fe sobre los cimientos de la devoción, la historia y el arte (1940 – 1981)

Es justo y obligado comenzar este amplio y esencial espacio de la historia de nuestra hoy Archicofradía haciéndonos eco de aquel discurso entusiasta y vital que pronunció don Enrique Navarro el 25 de marzo de 1937 con el que, por una parte, ponía fin a la funesta década de los 30 en el plano local y nacional, y por otra, abría las puertas de un nuevo tiempo que ha venido a ser el período definitivo y definitorio de la historia de la Expiración:

Ninguna Cofradía ha desaparecido, porque si bien es
verdad que hemos perdido muchas imágenes y casi todo
nuestro tesoro procesional, quedamos nosotros con
nuestra fe y nuestro decidido propósito y la ayuda de
todos los buenos malagueños. La Semana Santa resurgirá
purificada, más potente y hermosa, si cabe...

Comenzaba un tiempo que puso en práctica y desarrolló los más altos ideales institucionales que se propusiera desde un principio, allá por el año 1923, Don Enrique Navarro; la excelencia cofrade con la sublimación sincera y fervorosa en el culto interno y en la procesión, el anhelo de la grandiosidad en lo patrimonial, el buen gusto y la clase como marca de distinción de las formas cofrades, la elegancia y la compostura como estilo y forma de ser... en definitiva, una forma única de ser y estar en lo cofrade, con vocación hacia la ciudad de Málaga y con una clara apuesta por universalizar el mensaje. Unos ideales, que no sólo perviven en el seno de la hermandad, sino que se abanderan desde la corporación como verdadera seña de identidad y guía en cada acto, representación, acción o gesto que la Archicofradía realiza en cualquiera de los ámbitos que le ocupa.

Como podemos imaginar resulta imposible, por inabarcable en este breve espacio físico, narrar con puntual detalle un arco cronológico de esta magnitud. Nos enfrentamos a un periodo que podemos equiparar a toda una vida laboral, que llevada desde la Fe y por la devoción a nuestras Sagradas Imágenes, desde el altruismo más humanista y con una dedicación diaria en el caso de nuestro Hermano Mayor Perpetuo, han forjado, con las admirables herramientas del ánimo, la entrega sin condiciones, la tenacidad y la constancia, un legado sólido que va más allá de lo que vemos.

Hemos descrito brevemente la fuerza de una personalidad desbordante, la de Don Enrique Navarro Torres, que será el núcleo esencial sobre el que deben orbitar todos y cada uno de los logros y acontecimientos de una gestión alargada de forma perpetua en el tiempo por aclamación de sus cofrades. Pero sería injusto escribir la historia desde una sola perspectiva, más si cabe, cuando comprobamos con muchísima frecuencia los grandes colaboradores que Don Enrique tuvo a su lado durante toda su vida cofrade, la multitud de directivos que se comprometieron con su tiempo, su entrega y su patrimonio a este proyecto vital llamado Expiración; a todos los hermanos que han pasado físicamente por la Cofradía y de los que siempre quedará su memoria, su esfuerzo y su compromiso con esta maravillosa y apasionada idea; a los grandes benefactores y benefactoras, que tanto aportaron desde el cariño y la devoción y siempre de forma anónima o silenciosa; y muy especialmente a nuestro Hermano Mayor Honorario desde 1938, al Benemérito Instituto de la Guardia Civil; que encuentra en el último aliento del Cristo de la Expiración la protección espiritual para los desvelos, los esfuerzos y la entrega que ponen día tras día en la defensa y amparo de los derechos y la convivencia de los ciudadanos de nuestro país.

Una gestión tan indefinida en el tiempo como es la de la propia existencia de nuestro Hermano Mayor Perpetuo, no tiene más solución en la exposición escrita que un desarrollo cronológico de fechas y hechos, que encuentran en los grandes logros patrimoniales los sugerentes hitos que dan solidez monumental a cada uno de los periodos o etapas que han escalonado, siempre de forma ascendente, la historia de la Archicofradía. A ellos nos vamos a referir y serán esas empresas las que vayan desglosando, a partir de las particularidades de cada una, la historia de estos cuarenta años.

Desde que la década de los 30 nos dejara en sus últimas fechas la talla del impresionante Cristo de la Expiración (1939-1940) hasta el último de los grandes, por deseado y colosal, objetivo cumplido, que no es otro que la inauguración en 1968 de la Casa Museo y Patronato de la Cofradía, el codiciado anhelo de D. Enrique como luego veremos, se ha extendido en el tiempo la realización de este museo cofrade, que torna a exposición temporal e itinerante en las noches de Miércoles Santo, y que hoy es, no sólo orgullo de la Archicofradía, sino de nuestra ciudad.

Hemos hablado de la búsqueda de la grandeza como una constante en la predisposición y actitud de la corporación a la hora de encarar cualquier tipo de proyecto. A este consciente afán de superación en los resultados artísticos hemos de unir el concepto rompedor, y en ocasiones vanguardista para la época, que definió a la Hermandad en este comienzo de la década. A la ejecución de la talla del Señor, una imagen que nos esquematiza con insuperable destreza escultórica el postrero momento de vida del Señor, hemos de sumar el encargo de las andas procesionales que fueron realizadas entre 1941 y 1944.

Sin adentrarnos en la significación, el simbolismo y el carácter alegórico de la obra, aspectos estos estudiados y analizados en otras publicaciones de la Archicofradía, sí nos vamos detener en la morfología del trono, que defiende con su presencia ese carácter rupturista y rompedor al que nos referimos anteriormente, pues la imponente y elevada presencia del trono choca de plano con toda la tradición local desarrollada en este tipo de piezas. La elección de los afamados Talleres de Arte Granda ya proponía sobre el papel una pieza exquisita en los materiales, original en el diseño y con un mensaje de profunda carga intelectual y teologal. A pesar de cierta disparidad de criterios en su estreno, asunto este reflejado en la prensa local de la época, estamos hablando de una monumental recreación del pasado artístico universal con el que la Cofradía de la Expiración venía a sublimar aún más a la imagen de Benlliure y demostrar que lo rompedor y vanguardista tenían cabida en la ciudad de Málaga y en su Semana Santa.

Por estos mismos años se presenta el manto bordado en oro y plata sobre terciopelo negro que realizaran las RR. MM. Adoratrices, pieza que restaurada en 2008 luce la dolorosa en el traslado de la cofradía del Viernes de Dolores. Al margen del aumento patrimonial, este hecho nos va a servir para poner de relieve la asombrosa capacidad para las relaciones sociales al más alto nivel que manifestó la cofradía en la persona de su Hermano Mayor. La pieza fue donada por la Excma. Sra. María de Cubas y Erice, Marquesa Viuda de Aldama, gran benefactora de la Hermandad desde finales de 1924, cuando fue nombrada Camarera Honoraria de Nuestra Señora de los Dolores. Un hecho que nos lleva a valorar desde el presente con cierta fascinación esa inteligente persuasión que nuestro Hermano Mayor debía ejercer sobre estas personalidades, que llegaban a comprometerse con la cofradía a unos niveles hoy imprevisibles. Relaciones establecidas más allá de la cordialidad protocolaria con todo tipo de atenciones en forma de cartas, invitaciones a actos, visitas, y agradecimientos que debieron calar en estas personalidades y descubrirles su lado más altruista.

A mediados de la década de los cuarenta (1946) se produce otro hecho absolutamente novedoso en nuestro contexto cofrade y es la firma del contrato para la realización del trono de la Virgen de los Dolores en el Taller de Manuel Seco Velasco. Una empresa fuera de la lógica más elemental por la localización del platero y por el alto precio de la misma. Sólo el empeño y la seguridad que mostraba la cofradía en sus encargos pudo con las muchísimas dificultades por las que atravesó el proyecto; la escasez de plata en el mercado español, el desvío importante del presupuesto por parte de Seco Velasco o la dificultad de financiación, fueron algunos de las contrariedades que hubo de solventar la hermandad.

Hemos destacado la importancia de los mecenas o benefactores, pero es más que justo hacer una reflexión acerca de la gestión interna, del compromiso de la directiva en todos los proyectos, empezando por el personal y patrimonial de Don Enrique Navarro. No había mes en el que no se hicieran en la cofradía rifas, festivales, viajes, subastas… y sobre todo lotería, verdadera fuente de ingresos, que se multiplicaban exponencialmente cuando la lotería era distribuida por los acuartelamientos de la Guardia Civil. No es posible para una institución cofrade, sea cual sea su nombre y localización, acometer en poco más de quince años (1939-1955) todo un plan de renovación que sin ser preestablecido incluyó: la realización de la talla del Cristo, el estreno de un nuevo manto, la ejecución del trono en los Talleres de Arte del Padre Félix Granda, la reconstrucción de la Iglesia de San Pedro y la construcción de las actuales capillas y el conjunto procesional de la Virgen de los Dolores; trono completo, palio y manto; si detrás no hay una auténtica ingeniería económica, social e institucional, que al servicio de la devoción y con los mejores recursos humanos al alcance, pongan todo de su parte para la consecución de tales logros.

Uno de los grandes retos que acabamos de enumerar es sin duda la restauración de la Iglesia de San Pedro y la ejecución de las capillas propias. No sabemos qué podía pensar D. Enrique Navarro cuando se dirigía al ‘exilio’ de la Cofradía en la Iglesia del Carmen cada vez que pasaba por delante de la clausurada Iglesia de San Pedro. Seguro El proyecto se aprobó en noviembre de 1943 y con la colaboración inestimable del arquitecto D. Enrique Atencia, de todos los hermanos, de la búsqueda de subvenciones para la reconstrucción de los templos por los daños de la Guerra Civil, con el apoyo de otras instituciones y sobre todo, con la decisiva aportación de la Guardia Civil, esencial patrocinadora de este proyecto, personalizado en su Director General desde 1943, D. Camilo Alonso Vega, pudo reconstruirse el templo e inaugurar un 16 de junio de 1946 las nuevas capillas de la corporación y ejerciendo como padrinos de una ceremonia presidida por el Obispo Santos Olivera, en una manifiesta demostración de gratitud, el Sr. Alonso Vega y su esposa.Quinario celebrado en la Parroquia del Carmen durante el ‘exilio’ de San Pedro.

Muchos son los recursos desvelados ya en la consecución de los diferentes proyectos que iban sucediéndose con inusitada rapidez, solvencia y tremendo éxito, pero aún queda alguna muestra más de la capacidad que adquiere el ingenio cuando el deseo es tan fuerte. Nos estamos refiriendo a la realización durante la primera mitad de la década de los cincuenta del conjunto de palio y manto que realizara para la Virgen de los Dolores el Taller de Esperanza y Manuel Elena Caro.

Nuevamente vuelve a aparecer la figura del Director General de la Guardia Civil, D. Camilo Alonso Vega, que primero con el palio y luego con el manto prestó a nuestra hermandad toda la ayuda posible para esta nueva conquista patrimonial. La idea para poder acometer este espectacular proyecto fue ideada por D. Enrique Navarro y el Director de la Guardia Civil y consistió en el nombramiento de guardias civiles de forma voluntaria como ‘cofrades predilectos’, esta figura que tendría para la cofradía una importantísima repercusión económica, estuvo muchos años fomentada, cuidada y comprometida. A cambio de esta colaboración los cofrades predilectos recibían en principio una revista o cuadernillo que explicaba toda la historia de la cofradía, sus orígenes, evolución y desarrollo hasta el presente, junto a una medalla corporativa. A esta bienvenida se le fueron sumando toda clase de atenciones protocolarias por parte de la hermandad, invitaciones a la participación de los actos y cualquier ayuda o socorro que nuestra hermandad pudiera tener con ellos en un momento de necesidad del tipo que fuera.

La iniciativa fraguó en oro sobre terciopelo en el año de 1953 cuando se estrena casi todo el conjunto a excepción del interior de las bambalinas laterales y del techo de palio –llevaría el antiguo hasta el año siguiente- ambas carencias estrenadas en el año siguiente (1954). Durante esta Semana Santa, como así sucedía casi todos los años, la cofradía recibió la visita del Director General de la Guardia Civil, D. Camilo, a quien la cofradía siempre le tenía al tanto de los bocetos, los dibujos, el desarrollo de los proyectos… debió de quedar tan impresionado con el nuevo palio que se comprometió durante el almuerzo de la cofradía en el Parador de Gibralfaro en la realización de un manto que replicara en calidad al palio ejecutado. No le quedaba mucho tiempo de ejercicio como Director General de la Guardia Civil por lo que apremió a la junta de gobierno a tomar rápidas decisiones para llevar esta nueva ensoñación a la realidad. Fue esta premura la que obligó, como sabemos los expiracionistas y es conocido en el mundo cofrade, a la contratación de una múltiple mano de obra que estuviera bordando de forma ininterrumpida para poder cumplir con los plazos. No hubo ningún tipo de contratiempo en esta oportunidad pues en la Semana Santa de 1955, pocos meses antes de que D. Camilo dejara el cargo, el manto era estrenado causando sorpresa, admiración y felicidad tanto en los hermanos y devotos como en quienes pudieron contemplarlo.

Otro de los grandes logros de esta época y visto con los ojos del presente es la capacidad de establecer por parte de la cofradía lo que hoy sería denominado en el campo del marketing tanto la identidad de marca como la imagen de la marca ‘Expiración’. Sí, puede sonar extraño pero las estrategias seguidas durante este proceso de reconstrucción de la cofradía desde el final de la Guerra Civil persiguen estos conceptos cuando entonces no eran conocidos, ni estudiados, ni tenían ni existencia dentro de la sociedad. La identidad son nuestros elementos, nuestros valores, nuestra presencia y nuestro estilo, una idea que persiguió nuestro Hermano Mayor desde que en 1923 ocupara por primera vez el cargo. Una idea de distinción en el procesionismo que hoy es fiel reflejo de nuestra identificación con la sociedad. Cuestiones que apreciamos por ejemplo en el patrimonio, tanto en los tronos como en insignias y enseres, siempre en la búsqueda de lo mejor que pueda abarcarse; en el orden, cualidad innegociable a la hora de procesionar; el estilo, un despliegue elegante que huye de la ostentación pero que refleja dentro del orden y la compostura esos valores patrimoniales, y por añadir algo más, pues la lista sería muy extensa, las túnicas de los nazarenos; verdadero elemento de distinción dentro de la Semana Santa y del contexto cofrade general, que tanto con los hábitos antiguos de tisú de oro y plata como con los actuales, con los que la cofradía ha buscado desde el origen expresarse públicamente de una manera propia, singular, reconocible y asociada al estilo

La consecución de los equipos antiguos de nazarenos, está contada en otro artículo de este boletín que tendrá una segunda parte con las túnicas actuales. Lo que sí es destacable es el tesón y el empeño puestos en la consecución de ambos conjuntos de hábitos, reflejo evidente del deseo de dotar a la corporación de esa identidad diferenciadora y homogénea al estilo procesionista, que siempre persiguió D. Enrique Navarro. Estas nuevas túnicas pudieron completarse en la segunda mitad de los cincuenta y son hoy el elemento más unificador que posee cualquier hermandad, vestir a todos los hermanos iguales, evitando la distinción y de esta manera poder ser anónimos penitentes del Cristo o de la Virgen. Por esta razón desde el proyecto de las antiguas túnicas y especialmente con las actuales se puso tanto interés en las calidades de los materiales (telas, bordados, cíngulos…) en la impronta estilizada, y en la homogeneidad de las secciones, algo que distingue a nuestra Archicofradía y que no puede ni debe perderse o difuminarse.

Le acompañó a esta unificación de las túnicas una reconfiguración del ajuar procesional en esta década de los cincuenta y principios de los sesenta. Bajo las mismas claves que antes hemos mencionado, se centraliza la realización de casi todos los enseres y las insignias en un estilo concreto, una forma de trabajar el metal excelente y siempre en el mismo taller, con las mismas manos. De forma similar responden los bordados, que aunque existen de talleres diferentes, si guardan la impronta homogénea deseada.

La consecución de este logro trajo la contemplación de la procesión en la calle como un todo compacto y sólido. No es de extrañar este celo artístico y organizativo pues está dictado en el propio Título de la cofradía ‘…de Culto y Procesión’. Antes de pasar al final del artículo debemos hacer mención a otro de los hitos con el que la Expiración ha sido precursora, modelo y creadora de una idea, la Casa Hermandad. En 1968 se inaugura la Casa Museo y Patronato de la Cofradía, un edificio que venía a suplir las carencias para la conservación del patrimonio, vencer las dificultades que conllevaba la salida desde el interior de nuestras capillas y lo más importante, hacer de la institución una referencia educativa, altruista, preocupada por el entorno y responsable con los más desfavorecidos.

La historia de este proyecto, verdadero sueño idealista de Nuestro Hermano Mayor Perpetuo, es un proceso muy largo y complejo en el que intervienen las compras de casas, sus derribos, la construcción de nuevas viviendas en Carranque para alojar a los antiguos moradores, los permisos, el proyecto arquitectónico propio de la poca, las obras… estamos hablando de una idea que parte de la segunda mitad e los años cincuenta y que empieza a madurar a principios de los sesenta, para romper a mediados de esta misma década con las obras desde 1964 a 1968, fecha de inauguración. Durante unos quince años se estuvo educando en las aulas de los pisos superiores a muchas decenas de niños del barrio, que sin proyecto educativo al que pudieran acceder, encontraron en la Cofradía de la Expiración un medio excelente para dar educación, cultura y oportunidades a quien más lo necesitaban.

La Cofradía siguió manteniendo estos mismos valores durante todo el mandato de D. Enrique Navarro, sólo la enfermedad que padeció en los últimos años de su vida pudo retirarle de su Cofradía de la Expiración y de la Virgen de los Dolores. Valga esta fotografía como ejemplo sin palabras de lo que la figura de Enrique Navarro ha supuesto para esta corporación. En 1978, Don Enrique Navarro presenciaba el desfile de la cofradía en la tribuna principal y acercándose el Jefe de Procesión de la Expiración hasta aquel lugar, Don Adolfo Díaz Rittwagen rehusó a subir las escaleras para solicitar la venia, pidiéndosela directamente a Don Enrique.

El patrimonio que legó Nuestro Hermano Mayor Perpetuo es inmenso, incuestionable, excelente y grandioso, nos quedaríamos sin adjetivos y tal vez no diéramos con el más adecuado. Pero el patrimonio inmaterial, el que no podemos tocar pero sí podemos sentir por las huellas de nuestra historia, es la más sublime demostración de entrega sin medida por un anhelo de fe y devoción, por un ideal procesionista, y por el desbordante cariño ofrecido hacia su Cofradía, su Cristo y su Virgen, y hacia sus hermanos; hacia la Iglesia como institución, la Semana Santa y la ciudad de Málaga.

06. Sucesores

Félix Ruiz del Portal Muñoz, quien presidió la Cofradía entre 1981 y 1984, sucedía al hombre que al morir se convertía en un mito de la Semana Santa de Málaga. En los tres años que duró su mandato dotó a la Cofradía de estabilidad en una época tremendamente difícil por los cambios sociales que la Transición política estaba produciendo en el país. Dos de las principales novedades que vieron la luz en este período fueron la publicación en febrero de 1982 del primer número de la primera época del boletín de la Cofradía y el estreno el Viernes de Dolores de 1984 del trono de traslado de María Santísima de los Dolores, tallado por D. Manuel Toledano Vega.

A continuación, le sucedió Adolfo Gustavo Díaz Rittwagen. Dirigió la Hermandad de 1984 a 1990. El hecho más renombrado de su mandato fue el de la coronación canónica de la imagen de María Santísima de los Dolores. El acto tuvo lugar en la Santa Iglesia Catedral el 4 de octubre de 1986, fecha que ya ha pasado a formar parte de los anales de esta corporación perchelera. Durante este período también se llevaron a cabo diversas actuaciones para profundizar en la ya entonces estrecha relación de la Cofradía con el Benemérito Instituto de la Guardia Civil. Entre ellas, destaca la imposición de la medalla de oro de la Cofradía al Colegio de Guardias Jóvenes «Duque de Ahumada» el 3 de mayo de 1986, y la solemne celebración por los 50 años del hermanamiento Cofradía-Guardia Civil en 1988.

Luis Merino Bayona guio a la Cofradía de 1990 a 2001. Durante este periodo se acometió una profunda reforma de la casa hermandad y de las capillas propias de la Cofradía, se encargó la restauración del Cristo a Estrella Arcos von Haartman, se creó la Banda de Música y se incrementó el capítulo de prendas y enseres. Respecto a las relaciones con nuestro hermano mayor honorario, se concedió la Medalla de Oro de la Cofradía a la Guardia Civil; de manera recíproca, se obtuvo el nombramiento del Santísimo Cristo de la Expiración como Santo Protector de la Guardia Civil y se concedió la Cruz de Plata a la Orden del Mérito Del Cuerpo de la Guardia Civil a María Santísima de los Dolores Coronada.

Le sustituyó Amando José Alonso Martínez, quien desempeñó el cargo de hermano mayor desde el 2001 al 2011. Los principales logros alcanzados en esta etapa fueron los siguientes: restauración de la imagen de la Titular Mariana en el Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico, inauguración de la cripta-oratorio bajo las capillas de nuestros Titulares, celebración de los cultos eucarísticos, obtención del título de «Archicofradía» y de las medallas de oro de la Agrupación de Cofradías y de la ciudad a la Virgen de los Dolores, incremento del capítulo patrimonial (enseres, pinturas, utillaje para el culto, etc.), restauración de numeroso enseres entre los que destaca el manto de procesión de María Santísima de los Dolores Coronada, presentación de la página web, y realización de diversas obras de mejora en la casa hermandad, entre otros.

Miguel Alfonso Gutiérrez Rodríguez fue el encargado de dirigir la Archicofradía como hermano mayor desde 2011 a 2019. En este intervalo destacaron las solemnes celebraciones de diversos aniversarios de gran relevancia para la Archicofradía: el XXV aniversario de la coronación canónica de María Santísima de los Dolores, el 75 aniversario del hermanamiento con el Benemérito Cuerpo de la Guardia Civil, el 75 aniversario de la bendición del Santísimo Cristo de la Expiración, y el XX aniversario de la fundación de la banda de música de la Archicofradía. En el plano patrimonial, entre otras intervenciones cabe destacar la adquisición de un juego de potencias de oro para el Cristo de la Expiración. Como hecho destacado en las relaciones institucionales, se hizo entrega una réplica de la imagen del Cristo a la Comandancia de la Guardia Civil de Málaga, de manera que esta presidiera el patio de armas.

En junio de 2019, una nueva junta de gobierno encabezada por Manuel Corcelles Moral adquiere la responsabilidad de la gestión de la Archicofradía, con el único objetivo de continuar la senda de servicio a la institución que marcaron sus predecesores, y en pro del engrandecimiento de la misma.